En algún caso, y sin así quererlo, establecemos
los problemas de comportamiento por medio de una técnica que seguro que muchos conoceréis:
el MOLDEAMIENTO.
Veamos un ejemplo para que podamos entender
cómo sucede:
Pongamos por caso un niño que acostumbra a llamar
nuestra atención gritando; nosotros reforzamos esta conducta porque le atendemos
en ese momento y jugamos con él (refuerzo positivo para el niño); dejamos de
escuchar los gritos, lo que nos convence de que estamos haciendo lo adecuado (refuerzo negativo para nosotros).
Como ante este tipo de comportamientos nos
recomiendan que utilicemos la extinción decidimos ignorar los primeros gritos, por lo que el niño corre hacia otra habitación y grita desde allí; vamos a ver qué pasa. Lo sentamos y le
decimos que no debe gritar. Nos quedamos un rato con él y le
hablamos hasta que se calma.
Nos marchamos de nuevo y poco después
volvemos a oír los gritos; como ve que no vamos empieza a tirar sus
juguetes. Pensamos que no podemos permitir estas conductas y vamos a la
habitación a regañarle, lo sentamos y le damos una charla sobre su
comportamiento.
Partimos de un comportamiento de gritar y
hemos acabado con que el niño tira sus juguetes: el niño ha empeorado su
comportamiento.
Veamos qué
ha pasado:
Hemos reforzado conductas cada vez más
disruptivas:
- El comportamiento inicial de gritar e interrumpir fue reforzado por nuestra atención al dejarlo todo y jugar con él.
- Después comenzamos a ignorar este comportamiento y reforzamos el de correr a otra habitación y gritar.
- Después ignoramos este comportamiento y reforzamos el de gritar y tirar los juguetes.
- Sin querer, hemos estado reforzando con nuestra atención cada conducta problemática.
CONCLUSIÓN: "Si gritar no funciona, tirando mis juguetes triunfo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario